Hoy voy a estrenar este blog hablándoos de un viaje que empezó hace +15 años cuando mi vida pegó un vuelco bastante grande, cómo surgió INDAR ARABA y qué pasó después.
COMO EMPEZÓ TODO
Me encontraba viviendo una vida que no me hacía feliz, con un trabajo que tampoco me hacía feliz y en unas circunstancias que realmente pues fueron un poquito de mal a peor. Todo empezó con la muerte de mi madre, que me hizo pensar, y sé que suena a tópico, en qué narices estaba haciendo con mi vida. Cuando una persona fallece a los 49 años de vida te planteas muchas cosas. Una de ellas, era el hecho de que yo, como siendo una amante de los animales, no tenía animales en mi vida… Así que me presenté de voluntaria en una protectora de mi ciudad en concreto en la perrera municipal. Y bueno, pues ahí empecé a estar en contacto con perros y gatos, que son los dos animales que que más me han apasionado siempre ..
EL VOLUNTARIADO
Llevaba ya un tiempo allí de voluntaria y me di cuenta que realmente los animales se me daban de maravilla y que el amor era mutuo. Tanto perros como gatos se avenían bien conmigo, y yo estaba feliz de poder ir los fines de semana a compartir mi tiempo con estos animales. Ser voluntario implica muchas cosas… no todo es color de rosa, ves seres maravillosos ser rechazados e ignorados por su edad, color de pelaje, condiciones medicas…. la realidad del abandono me marco profundamente, y a la vez me ayudó a volcarme precisamente con los casos difíciles, y en concreto, los mas ignorados, los perros de raza potencialmente peligrosa, (PPP). Realmente no son perros muy diferentes a otros, pero la fama, la nomenclatura y su fisonomía de aspecto poderoso, ayudan a la discriminación. esto me hizo aprender muchísimo sobre comportamiento y a aprender a cultivar una cualidad que para mi trabajo es esencial : LA PACIENCIA
INDAR
Al poco tiempo de estar allí, llegó Indar. Por aquel entonces no tenía nombre, pero nada más llegar entendí que necesitaba un nombre que le diese fuerza, y eso significa INDAR en euskera, fuerza. Indar estaba en un estado lamentable, con una sarna bastante preocupante lleno de heridas y muy muy asustado. En su cara se notaba que no había tenido una vida fácil, y por lo tanto no estaba muy por la labor de relacionarse. Así que me senté con él con mucha paciencia y poco a poco se fue acercando a mí y cogimos confianza. Me ofrecí a llevarle al veterinario, donde se portó de maravilla y empezó a dar muestras de ser un perro dulce y cariñoso. El proceso de curación de indar duró bastante tiempo, yo sacaba hueco cada día para acercarme darle un baño para curarle esas heridas y para darle su tratamiento contra la sarna. El hecho de ser un perro potencialmente peligroso no ayudaba a que las demás personas del entorno se acercasen mucho a él y bueno yo… Yo no podía separarme de él.
Con el tiempo indar se recuperó y en la perrera, contra todo pronostico, apareció un adoptante. Tuve unos sentimientos agridulces porque desde luego que me alegraba por él pero claro ya no iba a poder verle ni estar con él y la verdad es que a esas alturas estaba enamorada del perro. También me paso que el chico, que era muy joven, no me parecio preparado para un perro que necesitaba mucho trabajo, siendo sinceros… y no me equivoqué. La adopción salió tremendamente mal. Hasta tal punto que Indar y otro perro de la familia tuvieron una pelea, e Indar acabó con el otro perro. Volvió a la perrera y por supuesto la condena a sacrificio estaba decidida… para todo el mundo era un perro asesino. Me aviso una compañera voluntaria por suerte, y gracias a una amiga que tenía licencia PPP, (gracias eternas, Laura) ya que yo no la tenía, pude rescatar a Indar y librarle de una muerte segura. La misma asociación de la que yo era voluntaria, decía que lo mejor para un perro así, era el sacrificio, en la perrera me dijeron que me arrepentiría de mi decisión…
COMO LA VIDA PONE LAS COSAS EN SU SITIO
Cosas de la vida la residencia donde yo metí a Indar, porque en mi casa no podía estar, es la misma que ahora mismo regento. Con el tiempo yo hice mi vida propia me fui a vivir con mi perro y me puse a estudiar para sacar el título de educadora canina. Indar fue un gran reto, pero me demostró que con paciencia y trabajo duro, casi nada es imposible. Y una vez conseguido, habiendo empezado a moverme en este mundo de la educación canina, azares del destino, esta residencia se puso en alquiler y aproveché la oportunidad. Poder dedicarme a ello profesionalmente me cambio la vida, y así, ademas de educación canina, nos dedicamos a los cuidados y ,mas tarde a la alimentación canina y felina con nuestra propia marca, que, como no , llamamos INDAR
Ya desde algo antes Indar y yo empezamos a hacer acogidas juntos, empezamos a rescatar otros animales con dificultades y a buscarles casas. El hecho de tener el centro canino nos ayudó bastante y aunque no podemos dedicarnos por completo a la protección animal es una de nuestras pasiones, y esperamos poder ayudar a muchos animales desde aquí.
Mi compañero «kármiko» falleció va a hacer ahora 3 años, pero su nombre, su espíritu y su imagen siempre van a acompañarme.
Sí, lo habéis adivinado, él da nombre a este proyecto y el perro de la imagen del logotipo es él, mi INDAR.
Nos queda un paseo pendiente, pequeño.